Osteopatía. Qué es y que aplicaciones tiene en la pediatría

Ainhoa Goenaga, Débora Mínguez

Unidad Asistencial de Osteopatía. USP Instituto Universitario Dexeus – ICATME – Barcelona


A.G. es licenciada en osteopatía por la European School of Osteopathy (Maidstone, Inglaterra), diplomada en fisioterapia por la Universitat Ramon Llull (Barcelona), y tutora de pediatría a la Unidad Asistencial de Osteopatía (USP Instituto Universitario Dexeus – ICATME, Barcelona).

D.M. es licenciada en osteopatía por la British School of Osteopathy (Londres, Inglaterra), diplomada en fisioterapia por la Universidad de la Coruña, y tutora de pediatría a la Unidad Asistencial de Osteopatía (USP Instituto Universitario Dexeus – ICATME, Barcelona).

Introducción
La osteopatía es un método de diagnóstico y tratamiento manual, y una filosofía de la cura de la salud que se originó en los Estados Unidos al final del siglo XIX, y que hoy en día continúa siendo poco conocida por el público y por el mundo sanitario en general.

Andrew Taylor Still (1828-1917), considerado el padre de la osteopatía, nació en el estado de Virgínia, hijo de un predicador metodista médico y constructor de molinos que se trasladó con su familia, primero en Tennessee y después, el 1837, a una área remota de Misuri. Still empezó a ayudar su padre en las tareas de predicador, y también en la práctica médica, hasta convertirse eventualmente en aprendiz. Más tarde recibió una licencia para ejercer la medicina y, durante el 1860, completó la educación médica en la Universidad de Médicos y Cirujanos de Kansas City, en el estado de Misuri.

En aquel tiempo se tenían escasos conocimientos sobre bacterias y esterilización, la anestesia se acababa de descubrir y muchos pacientes morían, aunque la operación se hubiera desarrollado con éxito. Still tuvo que presenciar numerosas tragedias humanas, puesto que prestó servicio al ejército durante la guerra de Secesión como cirujano. Esto sumado a la pérdida de tres de sus hijos por una epidemia de meningitis, contribuyó  a la desilusión respecto a su profesión. Fue entonces que decidió ampliar sus estudios sobre el cuerpo humano, que concluyó en una nueva manera de entender el funcionamiento del cuerpo y el concepto de salud y enfermedad.

A. T. Still denominó esta nueva filosofía de diagnóstico y tratamiento con el término osteopatía, que procede del griego, y que literalmente significa ‘enfermedad del hueso’. Sin embargo, Still le dio la acepción de “sufrimiento de la estructura”, puesto que uno de los principios fundamentales de la osteopatía es considerar el cuerpo como una unidad en la cual la estructura y la función son interdependientes.

Principios en los cuales se basa
Fue el 1874 que la osteopatía empezó a perfilarse como una nueva forma de medicina basada en principios naturales.

El primero de estos principios es que el cuerpo humano es una unidad, es un organismo integrado en el cual ninguna parte funciona de manera independiente. El punto de vista holístico, atribuido a Hipòcrates, reconoce que el cuerpo no es solo una red de compartimentos independientes, sino una comunidad de órganos y sistemas complejamente interrelacionada. Cada uno contribuye al funcionamiento del otro –son interdependientes entre ellos–, y se desarrollan compensaciones para poder cumplir con las constantes demandas de estrés que vienen tanto del medio interno como del externo.

A pesar de la tendencia común de aislar la enfermedad en una área concreta del cuerpo, los osteópatas reconocen que cuando el cuerpo está enfermo, está enfermo en su totalidad. Puede ser que el centro o foco de la enfermedad se circunscriba en una zona determinada, pero los efectos se notan en todo el cuerpo; es la globalidad del cuerpo, a través de los sistemas circulatorio, endocrino y nervioso, el que se pone en marcha para sobreponerse a esta patología o disfunción.

El segundo principio hace referencia a la homeostasis y puntualiza que el cuerpo moviliza numerosos recursos para mantener el equilibrio interno, manteniendo la tendencia a autorregularse y autocurarse ante el estrés y la enfermedad.

Los osteópatas, aplicando el conocimiento que tienen en fisiología, reconocen que la salud y la enfermedad no son condiciones distintas, separadas y diametralmente opuestas, sino extremos de un mismo espectro. El cuerpo, más que estar sano o enfermo, está constantemente fluctuante entre los dos estados, está sumergido en una lucha constante para adaptarse a las necesidades siempre cambiantes del entorno interno y externo. Mediante el cambio y el movimiento constante, el cuerpo busca neutralizar y equilibrar las continuas demandas físicas y psíquicas a las cuales se ve sometido. Es esta habilidad del cuerpo para adaptarse y fluctuar la que determina el grado y el estado de salud.

El tercer principio establece que el funcionamiento correcto de todos los órganos y sistemas corporales depende de las fuerzas integradoras de los sistemas nervioso y circulatorio.

La sangre aporta nutrientes y oxígeno a cada una de las células y elimina los productos de rechazo. Pero la sangre es algo más que un simple vehículo de transporte: a su paso por el cuerpo conecta e integra la función de las diferentes partes, y hace que el organismo funcione y responda como una unidad. Del mismo modo, la función del sistema nervioso también es integradora, y no solo se reduce a activar o inhibir la acción celular individual.

Así pues, el principio básico de la osteopatía es sencillo: la vida es movimiento. Cada una de las estructuras y los órganos que componen nuestro organismo tienen que tener una movilidad correcta. Si una estructura sufre una alteración en este sentido, su función se verá modificada y quedarán afectadas la fisiología y la capacidad compensatoria, cosa que acabará teniendo efectos en todo el cuerpo. El osteópata trabaja con las manos y ayuda la estructura afectada a recuperar una movilidad correcta, de este modo no habrá obstáculos para la buena circulación de los fluidos corporales y de las vías de conducción nerviosa. La nutrición y la excreción celulares funcionarán mejor y se estimularán o facilitarán las fuerzas curativas espontáneas. En conclusión, el osteópata no cura, sino que ayuda a potenciar la capacidad autocurativa del cuerpo.

La osteopatía es un sistema de medicina manual que, a través del movimiento del cuerpo humano, permite ayudar a recuperar y mantener su función normal, para que sea capaz de ayudarse a sí mismo frente al estrés, de un trauma o una enfermedad, y mejorar no solo el estado actual de salud, sino inhibir también posibles descompensaciones. La osteopatía en la pediatría llega a la máxima expresión como medicina preventiva.

Mecanismos de actuación
La filosofía osteopàtica implica que hay algún tipo de comunicación entre el soma y las vísceras y viceversa; una hipótesis que Still planteó hace más de un siglo y que en nuestros días ya ha sido probada por los adelantos científicos.

Un concepto básico que maneja la osteopatía es la «facilitación espinal», que postula que un estrés de una intensidad y/o duración suficiente provocará cambios químicos en un segmento espinal, cosa que disminuirá el umbral de acción a través de neuronas aferentes sensitivas y facilitará la activación de las interneurones y las motoneurones segmentales.

Las neuronas implicadas en este proceso pueden ser tanto del sistema nervioso periférico o somático, como del sistema nervioso autónomo. Las conexiones entre estos dos sistemas provoca la aparición de reflejos viscerosomàtics y somaticoviscerals, y hace que los efectos de un trauma se puedan apreciar no solo localmente, sino en áreas distales.

La respuesta ante esta activación se traduce en cambios tisulares que alterarán o impedirán la función de los componentes del sistema somático (muscular, articulatorio, miofascial, visceral y sus estructuras vasculares, linfáticas y neuronales). El osteópata puede palpar estos cambios, y es el que denomina «disfunción somática» o «lesión osteopàtica».

Otro modelo fisiológico que considera el osteópata en la hora de valorar el paciente es la interacción entre los sistemas nervioso, inmune y endocrino, hoy en día llamado sistema neuroimmunoendocrí (SNIE). Cualquier estímulo potencialmente nocivo (trauma físico o psíquico, disfunción somática crónica, etc.) altera la homeostasis y activa la respuesta general adaptativa (estrés), y modifica la fisiología del SNIE, mediante un cambio en la actividad del eje hipotalamohipofític adrenal. Esto normalmente se traduce en una facilitación de la actividad del sistema nervioso simpático. El osteópata puede dirigirse a las tensiones y los estrés musculoesqueléticos, resolver el componente somático, y así influir favorablemente en la función neuroendocrina y del sistema inmune.

El trabajo del osteópata es encontrar, mediante la palpación, las tensiones tisulares que hay en el cuerpo del paciente, identificar los factores que las mantienen y predisponen el cuerpo, con el objetivo de: 1) reducir el input sensorial para equilibrar las acciones reflejas nerviosas; 2) mejorar la fluctuación de los fluidos corporales para mejorar la nutrición celular; y 3) restaurar la movilidad funcional. De este modo habrá una reducción del gasto energético y el cuerpo se podrá curar a sí mismo.

Las técnicas que un osteópata utiliza son múltiples y muy variadas, tanto en la cantidad de movimiento utilizado, el tejido hacia el cual van orientadas, o en la sutilidad de la aplicación y los efectos. Todas son maniobras fisiológicas que facilitan la movilidad, ya sea de los macromovimientos como de los micromovimientos que se manifiestan en todos los tejidos del cuerpo.

Las maniobras utilizadas en pediatría entran dentro de las más sutiles y se denominan funcionales, un término que agrupa la osteopatía craneal, visceral, la técnica de balance ligamentoso, la técnica de balance membranoso y la técnica funcional propiamente dicha, entre otras. Todas estas técnicas son maniobras suaves y respetuosas con los tejidos.

En que consiste el tratamiento
Cuando se visita un osteópata, este empieza haciendo una historia clínica exhaustiva, y pregunta no solo sobre el motivo de consulta, sino que también hace una revisión general de los sistemas, estado general de salud, el historial médico (enfermedades, traumas, operaciones…) y los hábitos de vida (dieta, ejercicio…). De este modo, el profesional podrá conseguir la mayor cantidad de información sobre las posibles causas del problema y los factores que lo mantienen y predisponen. En el área de la pediatría es importante, además, conocer el desarrollo del embarazo, como fue el proceso del nacimiento, el crecimiento físico y el desarrollo psicomotor, puesto que pueden ser origen o indicadores de la existencia de tensiones tisulares.

Una vez acabada la historia clínica, el osteópata hace un examen manual minucioso, al final del cual determinará qué estructura se encuentra en disfunción y establecerá un diagnóstico osteopàtic. Será entonces cuando por medio de maniobras manuales rearmonizará los desequilibrios opuestos y permitirá al organismo movilizar sus fuerzas de autocuración.

Indicaciones terapéuticas en pediatría
La osteopatía es especialmente apropiada para los bebés y los niños. En ninguna otra época de la vida tienen tanto efecto las influencias internas y externas como entre el nacimiento y la pubertad. En ninguna otra fase del desarrollo el organismo experimenta unos cambios anatómicos, fisiológicos y psíquicos tan grandes. La medicina osteopàtica ofrece, sobre todo en los niños, la gran ventaja de poder actuar de manera preventiva, y puede representar un gran éxito en el tratamiento de enfermedades infantiles, tanto las que tienen un origen genético o embrionario, como las derivadas del proceso de gestación y el parto. Sin embargo, no se tendría que malinterpretar como una alternativa a la medicina pediátrica ortodoxa, sino como un complemento de ayuda.

En la hora de referirse a las indicaciones terapéuticas en osteopatía pediátrica, el primero que hay que tener en cuenta es comprender las necesidades y las problemáticas más comunes que tienen lugar en este periodo.

El diseño de la naturaleza para el proceso del nacimiento es ingenioso y eficiente, pero cuando las cosas no van bien, los efectos pueden ser muy traumáticos, puesto que las fuerzas compresivas a las cuales el bebé está expuesto durante su paso por el canal del parto son considerables. Estas fuerzas pueden dejar limitaciones y tensiones en el movimiento de los tejidos, afectar la funcionalidad y crear compensaciones y problemas.

Los problemas más frecuentes que aparecen a causa de estas tensiones son dificultades en el mecanismo de lactancia, en la deglución, irritabilidad del estómago y colon, regurgitaciones y/o vómitos, cólicos, el bebé irritable, alteraciones del sueño, hiperactividad, etc.

En el caso de una cesárea parece que, gracias al procedimiento, estas fuerzas compresivas pudieran ser eliminadas y así evitar consecuencias negativas, pero hay otros factores que hay que tener en cuenta. Puede ser que la cabeza del bebé haya quedado atascado a la pelvis materna soportando intensas fuerzas compresivas, o que haya sufrido estrés fetal que haya hecho necesaria la cesárea. Además, hay la creencia que el bebé necesita la compresión mecánica en el canal para estimular adecuadamente el comienzo de la vida, transformando en acción física el alto nivel de hormonas del estrés recibido por su madre. La observación revela que la primera respiración que reexpande todas las estructuras del cuerpo no es tan profunda en los casos de cesárea.

El niño crece y se desarrolla mediante el movimiento. Si hay tensiones tisulares que impiden o disminuyen la posibilidad de sentarse, gatear, mover un brazo, andar, etc., podría ser que el niño no pudiera desarrollarse de manera óptima.

Además, estas tensiones podrían provocar por ejemplo:

  • Un drenaje de la cabeza incorrecto, y causar otitis de repetición.
  • Un posicionamiento de la cabeza incorrecto en cuanto al cuello, y causar asimetrías en la musculatura extrínseca del ojo y, por lo tanto, problemas de visión.
  • Una congestión torácica que podría derivar en bronquitis crónica o incluso neumonía.
  • Un desequilibrio pélvico que derivara en una escoliosis idiopática con todos los problemas que compuerta.
  • Una alteración de la respuesta inmune que causaría infecciones repetitivas o alergias.
  • Una asimetría en el movimiento de la mandíbula, y provocar una mala oclusión bucal y la necesidad de corregir mediante el uso de ortodoncia.
  • Una facilitación espinal a nivel de T10-L2 que explicaría el síndrome del colon irritable.

La osteopatía estaría indicada en todos estos casos, pero es importante recalcarlo, no es la solución a todos los problemas de salud sino un complemento de ayuda. La colaboración del osteópata con el médico y otros profesionales de la salud, no solo es necesaria y deseable, sino imprescindible para descartar cualquier contraindicación posible a la terapia manual, y procurar un abordaje más integral al niño.

La osteopatía tampoco es una receta manipulativa que hay que aplicar en una disfunción o enfermedad concreta, sino que es un tratamiento integral que se adapta a cada persona, en su momento y situación particulares. Precisamente por eso la osteopatía tiene escasas contraindicaciones. En cuanto a los efectos secundarios, después del tratamiento y a causa de los cambios que tienen lugar, el niño se puede encontrar más cansado o más irritable del habitual, pero esto es totalmente temporal.

Quién la practica
El desarrollo de la osteopatía ha estado significativamente diferente en los Estados Unidos y a Europa. En los Estados Unidos la osteopatía dispuso de una base legal desde los inicios, y los graduados obtenían una licenciatura en Medicina Osteopàtica. En Europa, en cambio, la evolución ha sido un poco diferente. En el Reino Unido, por ejemplo, donde está completamente legalizada, estructurada y validada, hacen falta 4 años de estudios universitarios para poder licenciarse y ejercer como osteópata.

La evolución de la osteopatía en España ha sido algo más lenta, y es ahora cuando empieza el proceso de regularización, especialmente en Cataluña. Hoy por hoy, la formación osteopàtica española tiene el formato de posgrado en osteopatía para médicos y fisioterapeutas, y los alumnos tienen que cursar 4 años a tiempo parcial para diplomarse y poder ejercer. Pero el vacío legal en el cual ha sido sumida la osteopatía hasta ahora, ha dado vía libre a la existencia de diferentes cursos de esta disciplina en los cuales la formación puede ser insuficiente, y por eso es siempre importando cerciorarse de la formación que ha recibido el osteópata. La osteopatía no es solo la aplicación de una serie de técnicas, y por eso el terapeuta tiene que entender la filosofía, tener un sentido del tacto altamente entrenado, un gran conocimiento de anatomía, embriología, fisiología, patología, medicina clínica y psicología. De este modo, el osteópata será un terapeuta eficaz y eficiente en el tratamiento manual, además de competente para poder decidir cuando este tratamiento es adecuado, y cuando el paciente necesita ser referido a otro especialista más adecuado. En definitiva, el tacto es la herramienta del osteópata, y la ciencia su base. Pero es la relación entre el osteópata y su paciente el que convierte la osteopatía en tratamiento osteopàtico. Es un encuentro humano, más allá del suceso mecánico, porque el tacto es una forma poderosa de sanación y de comunicación, capaz de establecer una contención no solo tisular, sino también emocional.